domingo, 28 de febrero de 2010


La opereta de Xstrata Tintaya

Han transportado a cientos de comuneros modestos en buses. El destino era Espinar –Arequipa. Para luego alojarlos en una residencia de tres estrellas. Contaba en esos dos días de Plenaria con todo lo que podría alojarse uno en un hotel lujoso. Para ellos era eso: un paseo más. No estaban preparados en cuanto a la proposición de ‘charla’, emprendida por los facilitadores. Fueron estos contratados por la empresa trasnacional. Los cabecillas rastreros que fungen de dirigentes, una vez más tenían que agachar la cabeza y no contradecir argumentos proferidos por los que llevaban la reunión.

El norte de la reunión. Evaluar el acuerdo suscrito seis años atrás: el funesto documento llamado ‘Mesa de Diálogo? Sellaron la paz del conflicto de tierra, Xstrata Tintaya y las comunidades lindantes con la minera. Las onegés se ofrecieron a defender los derechos de los desvalidos moradores en una etapa de confrontación. Ahora se han vuelto partidario de manejar un lenguaje conciliador.

El papel de los llamados CONACAMI, y otras organizaciones privadas es servil y halagador. Sus voces al comienzo eran duro y confrontacional con la inversión minera. Fue para buscar la ayuda millonaria del exterior para sus planes políticos. Más no para socorrer a los campesinos indefensos. Por eso se ve desde la capital a los nuevos gamonales como Arana, Diez Canseco, Palacios y otros mangonear a los chules de las provincias.

Plenaria adiestrado

Los inocentes aparceros acudieron con el propósito de frenar los abusos y la falta al Convenio suscrito. Dos días (21,22 del de enero), no lograron el beneficio alguno para sus hermanos labriegos. Al empiezo de la explotación estaba en disputa sus tierras, para el alimento de sus ganados. Ahora son sus vidas mismas. Ver con sus ojos como se cargan las toneladas de cobres, equivalentes a millones de dólares, sin compartir con los dueños legítimos que vienen hacer ellos, les causa una frustración enorme. Es un saqueo legalizado por el Gobierno.

El trabajo se centró en la problemática social de la comunidad. Los argumentos en los talleres, aparentemente daban la idea: una preocupación real de la minera. La denominada Comisión de Seguimiento (conformado por los directivos de Xstrata y las onegés). El fondo consistía en empujar a los dirigentes para la firma de la conclusión de la plenaria. Preparado previamente por onegés, pero dictadas por algún diestro asalariado de la minera.

El remate escrito buscaba “el consentimiento” total de las comunidades. Las opiniones son divergentes en las entrañas de las organizaciones comunitarias. Para cerrar esas grietas, y lograr la uniformidad de criterio, se buscó el refrendo. La marca de puño y letra significaba el "permiso legal", para el funcionamiento –sin trabas- total en los años venideros del proyecto minero Antapacay. No consiguieron el propósito anhelado con antelación a la reunión. Le salieron al frente unos jóvenes, que consideran que los está poniendo, una empresa contaminante. Donde cada vez más aumenta la pobreza absoluta, bajo ese tipo de convenio: las mineras salen ganador y las comunidades un perdedor.

La servidumbre

La minera tiene la finura de agasajar a los vendidos líderes. El ropaje de comunero es un requisito para este compinchaje. Las prebendas económicas se traducen en trabajos estables para algún familiar o la gratificación con un hato de dinero. Esta contienda emprendida desde el interior, por nuevos liderazgos, ha sido aprovechada por políticos que menean por figurar en los medios escritos ayudados por periodistas zurdos. Estos faquiris, o los felones como los Arana o el tal CONACAMI.

El trabajo de dominar la fuerzas, corren bajo la fachada de instituciones como Fundación Tintaya. Subvencionada económicamente por la mina, para emprender los proyectos de ‘desarrollo sostenible’. Sólo ha significado ser un fiasco. Lo que buscan con estos hechos, es aminorar las voces disonantes en el seno de las comunidades. El futuro es negro para los jóvenes. Sienten el engaño de sus propios hermanos que dirigen. Un Estado que los empuja a tomar una medida radical. Se van gestando un resentimiento, y van naciendo grupos distintos a los que fue en un momento de la historia violenta del país. Con la diferencia que esta vez no abrazan una ideología de lucha clases, como hizo Sendero Luminoso en los años 80. Estos manejan otros elementos en la formación del discurso. Un análisis distinto de la realidad social.

Dentro de la comunidad hay un choque de visiones de conceptos, en cuanto al desarrollo económico. Roces generacionales irreconciliables. Jóvenes con un potencial de liderazgo fuerte donde reclaman la propiedad de estas empresas mineras que los vienen robando. Ese apoderamiento natural de las riquezas empieza a rondar en el esquema mental de los jóvenes campesinos. Podría ser para algunos lejos, y un poco místico. Hay tomar con la seriedad del caso a estos líderes, sino queremos ver otro estallido de violencia política en el Perú. Maldicen los comuneros de haber nacido en tierras ricas en mineral, porque han conseguido en estos décadas solo promesas, más no hechos concretos, para aminorar su precaria vida.