Los
años de militancia como nacionalista
Eran años
en donde militábamos en un partido que habíamos fundado años atrás los
disidentes del grupo del Antaurismo. Fue también la etapa en donde se abría la
grieta al interior de la organización pequeña y modesta por sus simpatizantes.
El senderismo buscaba apoderarse de la dirección partidaria, y llevar al
derrumbe el proyecto que había germinado. No lograron el objetivo y se empezaba
a batallar por las calles de Arequipa, con los mítines espontáneos; pero
imprescindibles para la formación política de los nuevos cuadros jóvenes.
Muchos de
los muchachos dábamos una batalla heroica en la universidad. Eran sencillos
nuestros papeles que hacían la tarea de propaganda. La juventud Revolucionaria
Velasquista (JRV), era un comité pequeño, pero si valiente en el combate con
otras fuerzas al interior de la universidad San Agustín. Muchas conferencias
realizadas con sumas económicas ínfimos de los que los conformaban. Pero “comprometidos”
en su profundidad, el comité para generar las condiciones para conquistar el
poder. Es por eso, que se decidió fundar un instrumento político Frente
Nacionalista (FN). Recuerdo con claridad a los que empujaban con coraje el
movimiento: Luis calderón, Alcides Nina, Raúl Sánchez, Eleazar Chino. Todos en
su juventud simpatizantes de la ola de una izquierda latinoamericana. A
excepción ce un muchacho chiquillo, que se dedicaba al negocio informal en los
mercados de la ciudad. Fue así que los encontramos a Alex Espinoza.
Hace 4 años
atrás en Juliaca, nos rencontramos. Porque se le había encargado de que era el
portador de llevar el quincenario Nacionalista, que editábamos el grupo. En
aquella fecha desprendió mucha energía y se lleno de coraje para llevar el
mensaje descolonizador por el Sur.
Buscando descolonizar
Eran épocas
no tan positivas para el grupo, que habíamos gestado para su nacimiento. Eran
escasos los militantes. Todos estábamos obligados a asumir una responsabilidad
en el partido. Fue así que el chico provinciano de raíces quechuas y radicado
en la ciudad de los vientos de Juliaca, decide formar parte de la distribución
del quincenario. El trabajo anterior consistía en ganarse la vida como mesero
en los restaurantes. Un fin de semana se hacia la tarea de salir por esos
puestos de los mercados populares de Arequipa y se escogió el Avelino Cáceres;
es en esas circunstancias que uno de los jóvenes nacionalistas observa a lo
lejos a un chico bastante joven que vende un producto de pan llevar. Parece que
el muchacho quedo fascinado por el discurso y por la lucha que hacen ese grupo
modesto de nacionalistas y hombres mayores recorridos en la lucha política. Le reclutaron
en una salida partidaria. “Me ha dado mucho gusto ver, que algunos luchan por
nuestra patria. Entonces decidí seguirlos”. Recuerda esa fecha Alex Espinoza. Esta
vez tenía la tarea con la patria: llevar el mensaje descolonizante a otros
partes del país.
Aquel chico
de color moreno, un poco tímido y delgado; había concluido sus estudios
secundarios, en su ciudad natal. Luego estuvo en servicio como soldado en el
ejército. Nunca dejo el sueño de dejar estudiar una carrera en la universidad.
Pero, qué valor tendría; si Alex era uno de los pocos chicos que domina con
maestría la historia. No fue posible su anhelo, por las vicisitudes de la vida.
Lo que no se puede discutir en él como un político de polendas, es su entrega
absoluta a la lucha. Para muestra del dubitante, tuvo la osadía de recolectar
las firmas para que el movimiento se inscribiera en el 2006 y pueda participar
en las elecciones regionales.
Cuando lo
vi, aquel muchacho (era un sábado por la noche en el local, con su bandera en
mano y su sonrisa natural), entendí, que era el mismo chico, que años atrás.
Aunque esta vez con una hija de 5 días de nacido. Tuvo la gentileza de
recibirme en un triciclo en el terminal de buses. Pero hay algo que no ha
cambiado en él: su fe inquebrantable de difundir el pensamiento descolonizador.
“siempre he dicho que me enviaran el periódico. No los hacen…”. Me reclamaba
entre risas.
Atrapado
en la lucha
En el
almuerzo, compartía, cuan listo era para vender el quincenario. “vendía entre 2
a 3 mil…”. Lo decía con una sonrisa endiablada. No puede haber duda alguna. Era
uno de los más duchos. Su método consistía ir por las calles donde había mucha
gente, llevaba su bandera en la espalda y su arenga, para insuflar al caminante
de la calle.
El sábado
por la noche concurrí a observar una película de Flavio Quispe (un cineasta
puneño), que estrenaba su nuevo film, ‘el hijo del Viento’. Donde José, un niño
de 12 años, empieza a buscar con desesperación a su padre. Su madre años atrás
fue seducida y violada, por un policía en un campo desolado de Asillo. Aquel
niño nunca paro, en saber quién era su padre; porque la madre le había mentido
que había muerto en una emboscada del terrorismo. Este Alex, no descansa en
buscar afanosamente en cooperar para liberar a sus compatriotas de un gobierno
podrido.
Aquella tarde, se reía y comentaba sus proezas de lucha. El 20 de julio de 2007, participo en la huelga, que se realizo en Arequipa. Tuvo el papel de pregonero, y estuvo con una bandera en manos de la bicolor. Era una redada -enfatiza con seguridad- por los policías. Me atraparon y fue llevado a la seguridad del Estado. La denuncia que sobre el recaía: obstrucción de la vía y otras cosas más. Era una prueba, que se le daba, para comprobar su coraje de luchador. Me miro fijamente, y hay algo sincero en el, que no dejara de batallar nunca porque quiere dejar libre a su patria, ahora que tiene una hija. La despedida, se dio cuando se dirigía a su trabajo de vigilante en una institución. Minutos antes me decía que se llama Wayna Roque, es decir, el joven rebelde...