El
Gobierno de García Pérez busca, destruir al movimiento campesino
La
embestida bien desde las esferas altas del poder, buscando minar las bases
campesinas cooperativas. Los camareros del carterista, como los son algunos
periodistas y monigotes zurdos a sueldo; obedecen la disposición del que
gobierna desde el Palacio de Pizarro: Alan García Pérez. Un hombre dispuesto a
acabar cuando un movimiento trata de generar la ingobernabilidad y sobre todo
en un momento sus dirigentes tuvieron el atrevimiento de generar las
condiciones para un Golpe Civil desde la ciudad de Arequipa.
Otro punto
es, que el movimiento campesino se consolida y echó raíces fuertes en la
población. O sea, el liderazgo ha crecido y sus dirigentes han sido ungidos
como los líderes naturales para conducir el inicio del proceso de cambio
esperado. El discurso: “nosotros mandamos aquí”, “somos los propietarios de las
riquezas”, “esta tierra es una herencia ancestral de nuestro antepasado” y
ahora más desafiante un "vamos a gobernar”. Esta última prédica,
constituye un peligro real para la derecha gobernante.
El
ataque físico
El gobierno, con la táctica de exterminar no busca realizar puñetazos fornidos. Los ataques fulminantes –de los medios de comunicación en una abierta componenda con la izquierda- a la organización se realizan en la etapa de construcción. Donde salió fracturada la estructura del cuerpo social del movimiento. Esta vez, la orden es feroz y consiste: en aniquilar y pulverizar a las cabezas pensantes. Muchos de los jóvenes nacionalistas están perseguidos dentro de la universidad agustina y otros más experimentados amenazados por los servicios de inteligencia del Estado.
La
dirigencia, ha desplegado una energía social cuantiosa para articular lo más
rápido posible al campesinado del Sur, con el único norte: que sean
propietarios de la tierra cultivable. Persiste la derecha, en complicidad con
la izquierda, en entregar el Proyecto Majes Siguas II, a empresarios chilenos.
El campesinado esta vez está dispuesto a realizar un sacrificio y al final -si
las condiciones le son desfavorables- realizar la toma de posesión de las
Pampas, donde será el mega proyecto.
El gobierno no tomaba con entereza los hechos. Cedió espacio valioso, para que tengan tiempo de construir un sólido movimiento social importante en estos últimos años, donde impera el neoliberalismo brutal. Los tomó a menos. Pensaron que era una banda de traficantes de tierras, que buscaban embolsicarse de dinero. Luego dejar, el campo para que la derecha haga sus negocios económicos regalando la riqueza de la nación. Como pasa con la izquierda. Un error fatal, que puede tener un costo grande para la derecha. Por el contrario sus teóricos, tienen una concepción estratégica. Es decir, que están interesados en tomar el poder, en un tiempo cercano. Esta es la razón, para que empiecen con perseguir y si es posible meter preso a los directivos.
Indispensable
la cohesión social
El proceder
de la derecha consiste: por una parte, iniciar la persecución legal a las
cabezas visibles. Por otro lado, continuar tomando los servicios de la
izquierda y de los apristas, para frenar el avance del movimiento campesino
cooperativo.
La
indispensable cohesión es determinante, para mantener la unidad de las bases.
Esto les empuja a ser “indestructibles” y después pasar a la etapa de la
“ofensiva”. El movimiento, entra en esta nueva fase al combate, contra el
Gobierno que es el enemigo, y que desea sumergir y poner al campesino en
condición de siervo.
En estas
circunstancias, donde la derecha dispara los tiros al meollo de la
organización; sólo queda emprender el “combate de lucha”. Se les impone como
condición de existencia. Así pues, el combate será el elemento de cohesión, y
una primera prueba. Luego viene el otro más heroico que es la batalla
electoral, que puede coronar el triunfo del movimiento campesino cooperativo.