jueves, 27 de mayo de 2010



El celo de los jóvenes nacionalistas

Conocí a Raúl Sánchez a finales del año 2002. Entonces, Arequipa empezaba a recobrar el protagonismo por el ciclo de movilización que se daba al interior de Lima. Si bien se dio el alzamiento en Moquegua del 29 de octubre de 2009, de los hermanos Humala. Fueron los reservistas, quienes se movilizaron y habían dado cierto respaldo al humalismo en la arreglada insurrección. Mucho tiempo se especuló, pero con los años recobra la veracidad de la fuga de Ollanta Humala de sus tropas que estaban marchando por las cumbres frías de la serranía, para recibir apoyo del campesinado.

Todo este hecho social había permitido el reagrupamiento de nuevos líderes, para preparar la ofensiva directa contra el gobierno más corrupto y entreguista como Alberto Fujimori. Era un grupo diminuto, que deliberaba, sobre las acciones que encajaba a la estrategia planteada, por los militares. Entre estaban los jovenes nacionalistas y los experimentados hombres de izquierda que se habían acercado para emprender una batalla política desde el Sur del país.


El diestro forjador

Parte de este círculo formaba el veterano Alcides Nina. Lo que no sé (ni me tomé el tiempo para la interrogante) a cabalidad, cuando fue el tiempo en que se conocieron estos hombres. Los había visto juntos trabajando mano a mano en lo que tiene que ver con la reorganización del grupo velasquista. Sin embargo, venían con esa experiencia política adquirida en la izquierda. Esa izquierda tantas veces despreciada en las calles. Combatida en las universidades. Esa teoría que tanto daño hizo las mentes de los estudiantes universitarios por considerar la correcta para emprender una revolución. Por eso, se tenía cierto celo a estos hombres zurdos -encontrados en la lucha- los jóvenes nacionalistas forjados en las plazas de Arequipa.

Sánchez demostró una diligencia extrema para la organización. A inicios del 2005, se produce el levantamiento de los reservistas en Andahuaylas. De inmediato contribuyó (junto a otros dirigentes del Frente Nacionalista) con el despliegue de movilizar a los soldados de la reserva de Arequipa. Los que partieron a unirse con otros reservistas de la parte del Sur, tenían el propósito de tumbarse a un presidente subordinado en rodillas con los chilenos como Alejandro Toledo. Otra deserción más, esta vez de Antauro Humala.

Fue en este último suceso, que empezó a distinguirse como un dirigente intrépido, para el pugilato con la derecha rastrera. A pesar de ello era un hombre cobarde y aceptaba las cosas sin chistar. Era pues un dirigente un poco majadero cuando los nacionalistas disputaban la dirección de esas huelgas masivas del sector popular. Uno recuerda de cómo caía en las provocaciones que realizaba el servicio de inteligencia. No hay duda era demasiado emotivo, aunque se le respeta por ese acompañamiento a los campesinos y los jóvenes nacionalistas.


El camisa verde a la alcaldía

Luego de esa acción emprendida por los reservistas (andahuaylazo), le abrieron un proceso legal en la fiscalía de Lima. Cuando tuvimos la oportunidad de viajar la capital, me comentaba, de que tenía que pasar a una de esas oficinas, donde estaba la denuncia puesta. “Las tienen requisada mi grabadora portátil…”, insistía. Es que este hombre era un diestro forjador de aquella criatura (la organización política) que se había gestado en esos años de lucha en Arequipa: entre los comunistas y nacionalistas.

Al final se impuso y se abrió espacio el velasquismo, como una opción política.Otra proeza, que se le reconoce al maestro que decía llamarse el zorro (para el entorno cerrado), es la implacable misión que se delegó: colaborar con la organización de los campesinos. Un Sánchez Miranda se batió en ese azaroso despliegue de los velasquistas, en las alejadas y polvorientas calles de la ciudad Blanca, y por los recónditos pueblitos del Sur junto a los jóvenes nacionalistas.

El duelo que tendrá, en esta oportunidad es encaminar las bases cooperativistas, con miras a disputarle el poder local. Es decir, el camisa verde luchará para la alcaldía de Arequipa. Entrará al duelo con Simón Balbuena, un hombre siniestro que utilizó al Ollantismo, para ser alcalde. Pero, hay otro arrastrado por el poder económico, que es Luís Cáceres. Seguro, que el zorro del desierto desvainará su espada, para hacerle frente y derrotar en la batalla, a estos dos políticos viles que manejaron las riendas del municipio. Aunque siempre los jóvenes nacionalistas lo miramos cierta duda por su carácter y su falta de convicción ideología. Es muy voluble y poco firme en sus principios. No queda otro, es el gallo que se tiene para esta pelea en las canchas de la política.