jueves, 19 de abril de 2012

El mal del siglo: el Estado colonial


El mal del siglo: el Estado colonial

Reinaba la tranquilidad y la armonía entre los diversos pueblos en la época del Tahuantinsuyo. Si bien había por momentos cierta conflictividad entre los líderes de diversas etnias por frenar la autoridad y la legitimidad del inca; al final prevalecía un “consenso” abierto y un “entendimiento” sincero. No primaba el aplastamiento o el aniquilamiento del oponente. Por el contrario, existía ese discurrir envolvente para buscar como aliado al curacazgo local. Ese fue el caso de los aymaras. Un pueblo siempre belicoso y desafiante al gobierno quechua. Ahí radicaba la grandeza de la nación del Tahuantinsuyo a nivel de latinoamericana y del mundo.

Cuando llegaron los españoles en 1532, empezaron rápidamente desmontar toda la estructura del Estado-nación del Tahuantinsuyo. Empezaron con imponer la religión ajena como es la católica romana. Continuaron con el aniquilamiento físico a los líderes incas. Prosiguieron con perforar el modelo económico redistributivo (M. Rostoroskwi), que en realidad era un nacionalismo ancestral. No se quedaron satisfechos los hombres enviados por Carlos V. Fueron más allá sus vasallos. Como es introducir los valores ajenos a los originarios y después implantaron con violencia extrema la política saqueadora para edificar el Estado colonialista. Muchos le salieron al paso para defender el territorio y su riqueza como fue el caso de Manco Inca o Tupac Amaru. Perecieron en su intento heroico.

Los años 1810-1821 (algunos tardaron un poco más) constituyeron una etapa cruenta de los países de latinoamericana por conseguir su independencia política del yugo español. Al final consiguieron ese propósito de romper el sometimiento con rey de España. Sin embargo, había calado en los lideres prominentes como Simón Bolívar, San Martín y otros las ideas occidentales. Su mejor escuela de formación ideológica era pues la vieja continente. Sus referentes académicos eran Montesquieu, Rousseau, Hobbes, y otros pensadores prominentes que despreciaban el pensamiento ancestral. Ahora se entiende con claridad el por qué no lograron destruir el viejo Estado colonial. En la actualidad muchos países (Venezuela, Bolivia, Ecuador) en latinoamericana pasan por una etapa de cambio político y un cuestionamiento de orden ideológico. Pero aún está en vigencia el Estado colonialista.

Los rasgos heredados

El Estado colonial tiene una particularidad que reproduce permanentemente esos rasgos foráneos en su accionar dinámica hacia el exterior. Son elementos ajenos que se insertan en la cultura de una generación que se resiste a ser colonizados y defienden con vehemencia y lucidez la nación ancestral que les ha sido legado por sus antecesores. Porque en el Tahuantinsuyo y en los pueblos originarios reinaba siempre la “reciprocidad” y la “solidaridad” desde lo más alto que representaba el gobernante inca, hasta el llano que eran los Yanaconas. Se han constituido sobre la base de alianza y el dialogo entre los etnias allegados al Cusco para cimentar un Estado-nación centralista, pero no hegemónica; para expandir a los extensos territorios de latinoamericana como lo hizo el joven Pachacutec, una vez que derrota a los aguerridos chancas en su propio territorio.

Ahora bien, es necesario dar algunos puntos sobre esta cuestión cultural de la sociedad que genera el Estado colonial. ¿Cuáles son esas características nítidas que se observa en la sociedad moderna? Pasaremos a mencionar algunas de ellas. i) la exclusión histórica. Una mayoría de la población que como son los quechuas y aymaras han sido relegados sean estos en la política o en la parte económica. El caso del Perú, se observa con claridad de como un grupo económico que se une con las empresas transnacionales detenta el poder político en los últimos dos décadas. Por eso hay necesidad de ser gobierno desde una visión comunitaria (F. Patzi). ii) machismo occidental. Las grandes decisiones nacionales pasan por manos de los varones. A esta situación llaman cuestión de género. En el Tahuantinsuyo los roles de gobierno eran compartidos (F. Layme). Los dos asumen el papel decisivo en los asuntos de gobierno. iii) segregación lingüística. Los hombres originarios aún son marginados en las instituciones públicas por no saber el idioma el castellano. Debe de haber una identidad del habla en relación al país; pero respetando siempre el resto de los idiomas originarios.

Si se pretende convivir entre estas dos culturas como son la originaria y la actual, debe haber mucho respeto y armonía diseñada desde el Estado-nación. No imponiendo los valores ajenos que coaccionan el principio heredado de los pueblos. Para ellos son en el fondo como las leyes imprescindibles en su actuar diaria en la sociedad. No requieren muchos como se encuentra plasmada en una constitución política. Le bastan sus reglas incaicas de ama sua, ama quella y el ama sua. Alrededor de estos principios que giran sus vidas de los pueblos originarios. Entonces los rasgos heredados del colonialismo se encuentran (en su mayoría) en los hombres que conducen el gobierno. Son ellos que desprecian y a veces reniegan de su pasado milenario. En el fondo están negando a sus antecesores que construyeron una nación sin calco ni copia como lo indica J. Mariátegui.

El Estado avasallador

Desde que se establece en la época de la república naciente un nuevo Estado-nación esto ha sido construido desde una estampa ajena a la procedencia original de un pueblo milenaria y lejos a la realidad concreta de un país. Por tal razón se observa de como un Estado suele ser monopolista en cuanto tenga que ver a las decisiones patrios, de un minúsculo grupo formado de manera subordinada por las potencias europeas. Es también hegemónico con otras organizaciones populares que divergen en el asunto de gobernar. El accionar al final es aplastar sin ninguna consideración a los nuevos liderazgos que tengan un discurso milenarista, bajo otro tiempo histórico.

Los que detentan el poder político, no entienden que un Estado-nación degenerado desde su concepción, pueda ser inclusivo y pluralista con otros sectores organizados con ideas rescatadas de su pasado ancestral. Unas instituciones construidas con principios rentistas que hace que se propague a la sociedad que tiene una memoria recia de sus antepasados. Con hombres que ejercen el liderazgo de manera mercader, estos reproducen una política colonialista. Así pues, el ambiente socio política que rodea a la nación no es propicia. Ocasiona cierto malestar y al mismo tiempo origina un nacionalismo fundamentalista ligado a su pasado histórico e ideológico en las nuevas generaciones.

Bajo un razonamiento sea esta socialista europea o la liberal ingles siempre se observa al frente un Estado avasallador de naturaleza dominante y de forma excluyente. En ese contexto no se podrá acercar a una concertación que tenga elementos comunitarios, para empezar a reconstruir un Estado bajo la realidad propia y previa examen de los problemas nacionales. Esta se debe partir obligadamente desde el origen de una nación que legó una riqueza histórica y un capital económico gigante que en la actualidad se tiene en manos extranjeras en algunos países de latinoamericana.

La intelectualidad opresora

No es extraño que el círculo pensante se haya formado en centros universitarios europeos; teniendo como referencias a pensadores que han desarrollado ideas decrepitas del marxismo clásico. Ese dogma extranjero que tiene el propósito de dividir en dos bandos irreconciliables a los que detentan el poder económico y a los que carecen de ella. Es una guerra a morir entre los ricos y pobres, escriben los plumíferos zurdos. Esa es la razón y el objetivo de su reflexión. El resto se ha nutrido de la escuela tradicional inglesa. Sus lecturas se aproximan al liberalismo achacoso. Aquel postulado que despoja a una nación de sus riquezas y coloca al hombre en situación de sumisión.

Está claro que esas dos corrientes filosóficas, económicas y políticas han sido promovidas por muchos siglos y posteriormente importadas por la intelectualidad opresora. Esas doctrinas son la antítesis del pensamiento de la nación ancestral. Por eso la intelectualidad de la izquierda bisoña idolatra a E. Dussel, J. Petras, M. Harneker, H. Heidrich y otros. Su enciclopedia obligada es Marx, Lenin, Engels. La izquierda intelectual se intoxica con nociones ajenas a la realidad cuando se alimenta de la teoría europea. La derecha bárbara se deleita de la corriente gringa como es el caso de H. del Soto, M. Fridman. F. Fukuyama, etc. La matriz de su razonamiento se encuentra en Adam Smith, David Ricardo. Esta posición no es otra cosa que el colonialismo que defienden a rabiar la derecha apátrida.

Estas teorías se han sido estructuradas sobre una situación engañosa. Son concepciones que tienen la condición de ser opresoras. Por eso hay una necesidad histórica de combatirlas en el plano teórico y político por una nueva intelectualidad nacionalista ancestral. Debe de ser desechado como una opción política e ideológica; para que esto se realice deben también surgir nuevos liderazgos que han recogido a los hombres memorables que defendieron las ideas y la historia de los pueblos milenarios. Solo así es posible reconstruir un pensamiento propio dejado por los sabios de la nación originaria. En otras palabras, rescatarlas y darle cierta dinamicidad como una ideología propia y expulsar de manera natural a la opresora que defiende la intelectualidad errante.