La estrategia para
recuperar el territorio preso
Han pasado 134 cuando el país de Chile le declara la guerra
al Perú. En aquel entonces estuvo como presidente Manuel Prado del partido
civilista. Se sabía, con años de antelación que el ideólogo chileno Diego
Portales azuzaba a su pueblo para que se adueñe de una parte importante del
territorio peruano: “Tarapacá y Arica era una zona llena de riqueza mineral y
pesquera que debía ser anexada rápidamente mediante una acción militar”. Y
desde luego, Portales promovía una diplomacia “adversa” para quebrar la unidad política,
la defensa militar de Perú y Bolivia, en caso de una agresión militar chilena.
¿Qué significaba en los hechos esa confederación de estos dos
países que tienen un origen común e histórico? Pasaba a convertirse en un país
más extenso en territorio y numeroso en su población. Esa acción política como fue
en aquel entonces la Confederación Perú-Bolivia, sustentada por Santa Cruz- significaba
la debilidad del Estado chileno -posiblemente su desaparición- y el atraso
económico de Chile como república en el próximo siglo. Por ello, los chilenos
se vieron en la necesidad de declararnos la guerra un 5 de abril de 1879 para
hacerse con la riqueza que existía en ese departamento y luego arrebatarnos un
territorio extenso como es Tarapacá que nos ha dejado nuestros antepasados los
incas.
En pleno siglo XXI han surgido voces desde el llano de la
nación, de que ese tratado firmado por un militar ilegitimo como Miguel
Iglesias en 1881, no tenga la validez absoluta en cuanto viola la integridad
territorial y rompe la unidad política
del Estado. Por consiguiente, dentro de la teoría de las relaciones internacionales, se
acude a revisar las acciones históricas, económicas y políticas a lo largo de
esos años. Se hará con más cuidado con el gobierno de Humala Tasso que
considera un aliado económico del Pacifico. En consecuencia, podemos deducir
que el ejército chileno invadió el suelo patrio con la complicidad de los
políticos peruanos (el civilista Pardo) y de un grupo de altos mandos militares
que buscaban entregarles todo el territorio y su riqueza. Pero es la nación
congregada de civiles, militares y organizaciones populares armados que salen
al frente en 1879, para defender el territorio en su integridad.
Ahora, vayamos a precisar la estrategia que debe tomar un
gobierno que sea en esencia nacionalista y se fije implementar un Estado
nacional que sea fuerte ante el resto de los países a nivel diplomático y
militar. En resumidas cuentas, lo que debe hacerse a corto plazo es, unir todas
las fuerzas políticas populares para preparar a la nación para un periodo de
tensión psicológica agudo y más adelante, botar a los capitales chilenos que se
han hecho con el mercado nacional.
A mediano plazo, debemos adiestrar a nuestro ejército al máximo
para que gane una batalla decisiva y se haga con ese territorio robada para
devolverle a este suelo patrio peruano. Requerimos una oficialidad con alto
grado de compromiso y que demuestre esa convicción de querer expandir el
poderío del Estado, y al mismo tiempo poner a las Fuerzas Armadas a la altura
de esos países europeos fuertes y temidos como son los alemanes o los rusos. Si
por ahí, pudiera haber tropiezos y Chile no acepta devolver el territorio
nuestro en ninguno de los escenarios planteados. En esas circunstancias estamos obligados a derrotar militarmente y
aplastarlos a su clase política y pulverizar sin piedad alguna toda esa
infraestructura económica chilena que se halla en los sectores fundamentales de
la sociedad peruana.