sábado, 18 de agosto de 2012

El plazo culminó el 28: Ollanta Humala



El plazo culminó el 28: Ollanta Humala

Cuando Ollanta Humala asumió la presidencia del Perú el 2011, se encontraba con las manos atadas para acomodar los poderes del estado. Estaba rodeado no sólo de la derecha corrupta antipatria que ha acumulado un poder económico a sus anchas en los gobiernos anteriores y retomaba las riendas del poder político con el beneplácito de Ollanta en este quinquenio. El militar se halla cercado también por esa izquierda errante que no venera a esa santa tierra y a sus ideas ancestrales. Han sido cómplice de todo el mal que ha soportado la nación y de la descapitalización por los países foráneos. De manera, que los ministerios, el congreso nacional, las fuerzas armadas y otras instituciones del Estado están en manos de estos dos sectores que se turnaron para gobernar el Perú.

Los nacionalistas que se instalaron en una región estratégica como Arequipa han contribuido para que las condiciones políticas y sociales sean óptimas para que el Ollantismo tenga una opción real de Gobierno en el 2011. Keiko Fujimori era la representante del colonialismo devastador que se había aliado con otras fuerzas neoliberales para disputarle la presidencia al Ollantismo que no expresaba con claridad y simpleza de lo que se entendía por una ideología y de cómo se va instaurar el Estado Nacionalista. Ese papel han asumido los hombres experimentados de esa corriente velasquista y los jóvenes nacionalistas que se habían formado en las aulas agustinas. Se tuvo la tarea de aclarar, polemizar y combatir a una derecha que se hacía llamar como un grupo nacionalista, sencillamente porque era amante de esa bicolor y de su gente.

Era una etapa distinta a partir del año 2000 en donde la nación había asimilado y sentía que al fin se asomaba una nueva época para el Perú. Eso era un gobierno diferente en su razonar y dispuesto a recuperar las riquezas que estaban en manos ajenas a los peruanos. ¿Cuál era la realidad social, económica y política cuando asume la presidencia el 28 de julio del 2011 Ollanta Humala?  En lo social; los campesinos trabajaban rentando pequeñas parcelas en las irrigaciones agrícolas. Las tierras de la selva estaban siendo usufructuadas con el favor realizado por Alejandro Toledo. Los mineros artesanales eran perseguidos por las transnacionales que eran dueños por la concesión favorecida a una ley hecha por Alberto Fujimori. El mar peruano era explotado por un consorcio y estaba siendo usurpado por los chilenos. El sistema universitario estaba privatizada y estaba en manos del aprismo. En lo económico; los jóvenes, los trabajadores, los funcionarios públicos del estado recibían sueldos míseros y no gozaban de la estabilidad laboral. Lo más grave e iba contra el empresariado peruano pequeño o mediano era que los capitales chilenos estaban colocado en los sitios importantes de la economía nacional. Ningún gobierno podía frenar esta conquista en estos 20 años. Con el tema político; era claro de que todo los partidos tradicionales habían gobernado en beneficio del extranjero y desfavoreciendo a su pueblo. Sus líderes se han enriquecido con millones de dólares recibidos por la venta de las empresas del estado  (caso Alberto Fujimori) o por concesionar las tierras y las aguas del mar (hecho por Alan García). Toda esa vieja clase política debe haber sido expectorado y puesto inmediatamente en la cárcel por colocar al estado en una provincia o dominio de países extranjeros.

La misión que se le ha encargado a Ollanta Humala era cambiar radicalmente esa realidad que no permitía que esa gran mayoría tenga derecho a los asuntos fundamentales sea esta la educación buena, una salud acorde a los estándares mínimos o el goce de un trabajo que le dé seguridad a su familia. Lo primera medida que debe haber hecho es ponerle el respectivo freno a los capitales chilenos. Era perentorio realizar a los tres gobiernos últimos (Fujimori, Toledo y García) una investigación minuciosa de sus cuentas financieras y de los actos políticos a favor de empresas del exterior que eran sus socios para debilitar al estado económicamente. Lo más crucial en estos 12 meses era haber cerrado este congreso antinacional y convocar a una nueva asamblea para elaborar nuevas leyes para el beneficio de la nación. Ninguna de lo descrito se ha realizado con ese Ollantismo atemorizado por las dos facciones tradicionales que lo tienen del cuello al militar.

El 28 de julio del 2012 ha significado un día trágico para la nación. Una fecha que quedará impresa en la historia como aquel mandatario que se negó de manera rotunda a no seguir las líneas que las organizaciones sociales, los nacionalistas y la nación en su conjunto le encomendó con sus votos en las mesas. Por el contrario, toma la decisión de obedecer el mandato extranjero y menospreciar al pueblo que le apoyo de manera incondicional a un hombre que no tenía las firmes convicciones de un revolucionario. Le basto decir en sus mítines de que iba realizar un gobierno distinto a los partidos tradicionales. Con ese discurso (escrito por la intelectualidad anti patria) que resalta los programas neoliberales de sus antecesores y no vira en lo absoluto en la política central para los cambios estructurales que se desvanece. Muere con esa posición colonial -tomada por Ollanta el 28 de julio- la esperanza de cambio esperado de este Gobierno. El Ollantismo en definitiva, ha decidido encaminarse de la mano con los dos grupos antinacionales por esencia, con los extranjeros (norteamericanos y chilenos). El militar ha olvidado sus palabras defendidas en las plazas públicas. Ha pisoteado el programa inicial escrita por una izquierda tenue (aclaro que no estaba cercana al modelo nacionalista) al sentir del pueblo y de sus líderes.

Ese hombre que se paseó en el 2001 por esas cumbres altas de Moquegua junto a un equipo de soldados jóvenes buscando concientizar a una nación que estaba adormecida por el colonialismo impuesto por la familia Fujimori y que había sido considerado como el militar que estaba dispuesto a ordenar la casa de los foráneos y de custodiar que ningún país pueda fracturar el territorio patrio. El 2012 ha cavado su propia tumba con esa posición abierta ante la nación y aquel vecino Chile que amenaza militarmente. Ni siquiera sirven ese gesto que ha hecho al bolivariano Hugo Chávez como fue regalar el libro referido a Velasco Alvarado. Está claro que Ollanta Humala no es el líder de la revolución. No es el hombre destinado a potenciar al Perú ante el mundo.

Con el discurso escuchado el pasado 28 de julio se terminó el plazo dado por los nacionalistas: el tiempo dado a Ollanta era un año, para que se acerque al pueblo. El Ollantismo sigue aferrado a la derecha tecnócrata que habita dentro del poder ejecutivo. Un congreso con una presencia de viejos políticos corruptos (caso el apra y el fujimorismo) que defienden a sus jefes a capa espada de una investigación tajante y trascendental. No se espera nada de esos nuevos jóvenes zurdos (Sergio Tejada, Verónica Mendoza, María Solórzano) que están como parlamentarios. Es momento de que esos líderes que batallan en el Sur salgan a la palestra nacional, con sus propios medios alternativos. Porque la izquierda no permitirá jamás su presencia como una organización política. La existencia de los jóvenes nacionalistas y velasquistas constituye la muerte de esa izquierda torcida.

Por eso es necesario, generar un proyecto político teniendo como centro Arequipa y que esta se articule con todo los movimientos sociales y organizaciones populares que buscan ese cambio dejado por el militar. Esa modificación del entorno del estado, será desde una óptica de la realidad propia de este país. Es decir, solo hace falta interpretar el correcto pensamiento de la nación que en este siglo ha tomado como suyo, producto de esa claridad de ideas recogidas por los ideólogos que han aunado esa teoría ocultado por cientos de años. Ese es el nacionalismo robusto de este siglo XXI.